El ciudadano es el protagonista de la atención que presta el Médico de Familia, sus actuaciones por encima de cualquier otro interés están encaminadas a la mejora y mantenimiento de su salud. El mejor Médico de Familia es aquel que más colabora en conseguir unos buenos resultados en la salud del colectivo al que atiende.
Respetar la autonomía del ciudadano no es sólo un deber ético, sino un objetivo de salud. El Médico de Familia facilita la información necesaria para que el propio paciente decida, con su colaboración, el curso de la atención que prefiere. A este respecto, la promoción de la autonomía del paciente para autocuidarse es, en sí misma, un objetivo de salud esencial.
Al Médico de Familia le importa cada persona en su conjunto y a lo largo de toda su vida, atiende a personas con unos determinados problemas y creencias, inmersas en un contexto familiar y social que constituye un todo indivisible que también es objeto de su quehacer diario.
Compromiso social
El Médico de Familia, en su función de puerta de entrada al sistema sanitario, adquiere un compromiso social en el uso eficiente de los recursos sanitarios y en evitar activamente la discriminación en el acceso a los servicios de salud.
Como profesional que trabaja en el primer nivel de atención, el Médico de Familia debe asegurar una atención rápida a los ciudadanos que lo precisen, evitando la creación de barreras que dificulten el acceso a sus servicios o que favorezcan el acceso directo de los mismos a otros servicios más especializados.
El Médico de Familia conoce la relevancia de su papel dentro del sistema sanitario porque sabe la influencia que tienen en la salud los factores sociales y económicos y por ello detecta y colabora en la mejora de las condiciones de vida de la población a la que atiende.
Compromiso con la mejora continua
El Médico de Familia toma sus decisiones sobre la base de las evidencias científicas actualizadas y por ello mantiene al día sus conocimientos, habilidades y actitudes profesionales, reconociendo a estos efectos el valor del equipo en el que trabaja y minimizando la posibilidad de cometer errores a través de la mejora continua y el compromiso científico con la especialidad. Todo ello le convierten en un profesional necesario para el buen funcionamiento del sistema sanitario.
Compromiso con la propia especialidad y...
Compromiso con la propia especialidad y con la formación de nuevos profesionales.
La polivalencia, la transversalidad y la incertidumbre con la que trabaja continuamente el Médico de Familia, se consideran una característica propia de la especialidad y un incentivo para participar activamente en el desarrollo, consolidación y actualización del cuerpo doctrinal de esta especialidad.
El Médico de Familia sabe que su especialidad puede mejorar y por ello valora y participa en la formación de nuevos residentes, ayudando a aprender a las nuevas generaciones de médicos de familia y sabiendo que en ese proceso de enseñar, él mismo también aprende.
Compromiso ético
El Médico de Familia es exigente con la Administración Sanitaria y con el resto de actores del sistema sanitario, reivindicando su buen funcionamiento. Las limitaciones de dicho sistema no le impiden mantener una actitud ética irreprochable en sus relaciones con los pacientes, con la sociedad en general, con la empresa sanitaria para la que trabaja y con la industria farmacéutica:
En sus actuaciones clínicas y teniendo en cuenta su ámbito de actuación, antepone de manera especial el principio de no-maleficencia al de beneficencia del paciente. Además respeta la autonomía del paciente, asegurando su derecho a la intimidad y a la confidencialidad de su proceso.
En sus relaciones con la industria farmacéutica y en sus tareas de docencia y de investigación, el Médico de Familia es especialmente cuidadoso y honesto evitando que sus lícitos intereses particulares se antepongan a las necesidades de la población que atiende.