24 de julio de 2016

“la aporofobia”, neologismo que se necesita para designar una nueva realidad.

Es importante poner nombre a un acontecimiento que irrumpe con fuerza en la vida social. Es el odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, personas sin recursos y desamparadas. Etimológicamente procede de poros, pobre y fóbeo, espantarse. Es decir, rechazo a los pobres.


Dar nombre a las cosas contribuye a que existan a los ojos de los seres humanos, que se pueda hablar de ello y combatir. Aporofobia da nombre a un fenómeno tan extendido en la sociedad como invisibilizado, popularizado por la filósofa y Catedrática de Ética y Filosofia Adela Cortina. Este fenómeno es difícil de dimensionar, puesto que no se contabilizan las agresiones de los “sin techo”, por lo que la frecuencia de aporofobia no se puede establecer.

Incidiendo en el tema, Adam Smith, padre de la economía clásica dice que el abandono y hostigamiento de los humildes se puede considerar como “ corrupción de los sentimientos morales de la sociedad”, al igual que señaló el historiador Tony Judt en su testamento intelectual de “algo va mal” e incluso ser potencialmente destructivo para el capitalismo. Alertan del riesgo de volvernos insensibles a los costes humanos de las políticas sociales en apariencia racionales, considerando el aumento de la desigualdad y la pobreza como una consecuencia inevitable de las fuerzas del mercado.