Gran parte de nuestra actividad en consulta estará representada, si no
se han establecido circuitos específicos, en primer lugar, por la
actividad administrativa; en segundo lugar, la actividad generada por
los propios profesionales (recogida de resultados de pruebas y controles
de crónicos), y finalmente, las enfermedades más o menos agudas, de las
cuales sabemos que una buena parte de ellas son autolimitadas y no
requieren de ninguna actuación por nuestra parte. Estas actividades
pueden, en su mayor parte, realizarse de forma más eficiente fuera de la
consulta médica. De hecho, hace no demasiados años eran resueltas sin necesidad de intervención médica. Eran tiempos en los que la “receta de la abuela” solventaba la mayoría de estos problemas
¿Cómo podemos hacerlo?
Es evidente que el origen del problema no es único ni simple: en primer lugar, los cambios que ha experimentadola sociedad en las expectativas y actitud en relación con la salud; en segundo término, el cambio del denominado “contrato social” de la medicina, y por último, la necesidad de ajustar unos recursos económicos limitados a un incremento exponencial de los costes sanitarios.
Siguiendo el gradiente que se establece entre el mayor y menor volumen y la menor y mayor complejidad de las actividades podemos establecer los siguientes pasos:
1. Inicialmente, eliminar de la consulta las actividades administrativas que deben resolverse en el área administrativa o, simplemente, deben desaparecer de la atencion directa del médico (recetas de crónicos y partes de confirmación).
2. Después, la mayoría de las actividades autogeneradas, que deben limitarse a las que son realmente necesarias, y pueden ser resueltas mayoritariamente y de forma más eficiente por el personal de enfermería (controles de crónicos, dispensar recetas y recogida de resultados).
3. Por último, buena parte de las enfermedades “agudas”, que también podrían ser resueltas por enfermería (enfermedades agudas de baja complejidad, triaje de no demorables, agenda a demanda).