Uno de los métodos más utilizados es el de la «bolsa marrón», que consiste en que el paciente acude a la consulta con toda su medicación (incluyendo medicación sin receta, vitaminas, suplementos y plantas medicinales) de manera que el profesional pueda ver exactamente todo lo que está tomando. Además, es una oportunidad para revisar la efectividad, los efectos indeseables y la adherencia a la medicación.
¿De qué herramientas de ayuda disponemos para sistematizar la evaluación de la adecuación de la medicación? Las más citadas en la bibliografía son los criterios de Beers, los criterios «medication apropriatenes index» (MAI), y los criterios START/STOPP2. En nuestro contexto se está promoviendo el uso del algoritmo de revisión propuesto por la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria, que consta de un cuestionario de 10 preguntas a realizar durante la revisión para valorar la indicación, el medicamento, la efectividad, la seguridad y la adherencia al tratamiento4, 6.
En el estudio de Galván-Banqueri et al.1 se han utilizado los criterios MAI modificados y los criterios STOPP-START. Del total de los 240 pacientes, se detectaron 840 inadecuaciones; solo un 20% de las intervenciones no fueron aceptadas por el médico. Pero únicamente en el 56% de pacientes se obtuvo respuesta por parte del médico. Esto pone de manifiesto la importancia de establecer circuitos de comunicación entre los diferentes profesionales implicados4.
Se pone de manifiesto la utilidad de combinar diferentes métodos para evaluar la adecuación del tratamiento farmacológico, así como la integración de un equipo multidisciplinar en todo el proceso. Se considera la formación continuada un elemento clave para mejorar la efectividad de los programas de intervención. Las nuevas tecnologías pueden contribuir a mejorar su efectividad, tanto en la selección de los pacientes, como en la identificación y priorización de los problemas relacionados con la medicación, facilitando el asesoramiento externo4.