En este artículo publicado en el British Medical Journal en 2009, Carl May, Víctor Montori y Frances Mair bautizaron el concepto "medicina mínimamente disruptiva" aplicado a los pacientes crónicos complejos. "Se trata de ajustar los planes terapéuticos a las realidades de las vidas diarias de las personas que padecen varias patologías", afirman. "Debemos esforzarnos para superar la clase de medicina que este colectivo de pacientes recibe con demasiada frecuencia al ser derivados a varios especialistas, que a su vez les ofrecen recomendaciones y prescripciones descoordinadas que les conducen a la polifarmacia y a yatrogenias causadas por interacciones imprevisibles. En esta práctica, que los autores han llamado "medicina fracturada", los pacientes se sienten más abrumados por la carga del tratamiento que por el peso de las enfermedades que padecen.
- Hay que saber cómo reconocer el peso de la sobrecarga. Para poder actuar acertadamente, primero hay que comprender la magnitud del problema. ¿El paciente ha entendido las instrucciones recibidas? ¿Sigue el tratamiento? ¿Qué piensa del plan terapéutico a que está sometido?
- Se debe promover la coordinación de la práctica clínica. Sólo desde la atención primaria se puede conseguir el liderazgo clínico imprescindible para poner orden a la "medicina fracturada".
- Debe ampliarse la metodología MBE a la comorbididad. Los ensayos clínicos suelen excluir los pacientes con comorbididad, pero ya es hora de promover estudios que al menos contengan las combinatorias más frecuentes de patologías.
- Se debe priorizar desde la perspectiva del paciente. Si el paciente no puede, o no quiere, afrontar la sobrecarga de un tratamiento pesado, ni está dispuesto a soportar los riesgos de las interacciones, entonces es que ha llegado el momento de escucharlo. Como médicos no duden que es muy provechoso