Los autores de este artículo hicieron el ejercicio de predecir el riesgo cardiovascular en los 250 pacientes hipertensos que se incluyeron en el estudio, con las tablas de riesgo de la Guía Europea de Hipertensión, y con la tabla de la última guía de la Organización Mundial de la Salud. Primero predijeron el riesgo sin tener en cuenta la información de las lesiones del fondo de ojo vistas por retinografía, y después hicieron de nuevo el cálculo con la información aportada por ese estudio.
Al analizar los resultados observaron que un 10% de los pacientes pasaban -cuando se tenía en cuenta la información de la retinografía- a un riesgo más alto. De manera que, si no se hubiese hecho este examen, el riesgo del paciente se habría infravalorado y en consecuencia los pacientes habrían recibido un tratamiento poco intensivo.