La eficacia de la tecnología digital y el aumento de diagnósticos fuera del programa de detección precoz han reabierto el debate sobre la posibilidad de empezar antes las revisiones. Por regla general, se efectúan a partir de los 50 años, aunque hay comunidades que lo adelantan. La medicina preventiva se escuda en la "falta de rentabilidad económica" y en los efectos negativos que pueden desarrollarse por acumulación de pruebas clínicas.
"Por pocos casos que se encuentren entre tantas mamografías que se hagan, valdrá la pena", apunta Jordi Xercavins, presidente de la sección de ginecología oncológica y cáncer de mama de la SEGO. El tumor, según Xercavins, está más desarrollado cuando se detecta a una mujer más joven que a una mayor de 50. "Sanidad no debería recortar nada con la crisis".
¿Y qué ocurre con las que superan los 70 años? "Están un poco olvidadas. No tiene sentido parar el cribado a esa edad. Las de 80 años tienen más riesgos de sufrir un cáncer de mama que las de 40", dice Xercavins. "Esto tiene que cambiar porque las mayores solo acuden cuando se notan un bulto, y entonces puede que sea demasiado tarde", presagia.
Del total de muertes, 6.051 fueron mujeres, y 70 hombres; un 1,1% más que el año anterior. Representaron el 16% de todas las defunciones por cáncer y el 3,2% de todas las mujeres fallecidas, según Sanidad.