Entendemos que si esa decisión se produce es porque la relación no era plenamente satisfactoria, pues sabemos que si una persona quiere curarse o ser aliviada es básico que los vínculos establecidos con su médico sean robustos y basados en la confianza mutua.
La atención de los principales problemas de salud que tiene una persona a lo largo de su vida por parte de su médico de cabecera es lo que llamamos Longitudinalidad y es una de las dimensiones más importantes de la Atención Primaria. Se ha demostrado que esta relación mantenida en el tiempo no sólo es muy beneficiosa para el paciente, sino también para el profesional y para todo el sistema sanitario.
Las ventajas de la longitudinalidad son muchas. El ser atendido por el mismo médico de cabecera a lo largo de los años produce una mayor satisfacción en el paciente (más a más años), facilita un mejor cumplimiento de los tratamientos y se obtienen mejores resultados en actividades de prevención como las vacunaciones o el cribado del cáncer de mama.
A su vez el médico que le atiende identifica mejor determinados problemas de salud como algunos trastornos de conducta o problemas psicosociales en niños, realiza diagnósticos más precisos y evita tratamientos innecesarios (que también pueden ser nocivos)
La longitudinalidad también es positiva para el sistema sanitario. Se
utilizan mejor los servicios de salud, se reducen las hospitalizaciones
y por consiguiente también disminuyen los costes sanitarios. Para que
estos beneficios se produzcan, sin embargo, la relación medico-paciente
ha de ser de al menos un lustro, y mejor si se alcanzan los 10 años. Hay
que recordar que para que el médico tenga un buen conocimento de sus
pacientes suele necesitar al menos un año de contactos pero con
frecuencia se requiere un periodo superior a los 5 años. Sin embargo,no
necesitamos este tiempo cuando se realizan actividades preventivas como
el consejo antitabáquico o para la obesidad.
No se conoce con exactitud porqué la longitudinalidad produce estos
beneficios. Algunas teorías afirman que a lo largo del tiempo la
confianza del paciente mejora y con ella la calidad de la información
que recibe su médico. Esta confianza mejora además su capacidad de
respuesta ante las recomendaciones recibidas. Los médicos también van
conociendo mejor a sus pacientes con el tiempo y eso permite detectar
pistas de una forma más sutil que les ayudan a ser más precisos para
resolver sus problemas de salud.Existe la preocupación de que la longitudinalidad puede tener también algunos inconvenientes, como el retraso en el diagnóstico de problemas graves de salud. Pero, aunque no se niega que pueda pasar en algún caso, no se ha documentado que ocurra.
Hay algunos autores que proponen sustituir la longitudinalidad “temporal” o relación médico-paciente en el tiempo, por la longitudinalidad “personal”, que se centraría más en la intensidad de esa relación que en los años que lleve. De esta forma el beneficio de la longitudinalidad vendría condicionada más por la confianza en la relación médico-paciente que por su duración. Aunque lo más frecuente es que una relación no perdure en el tiempo si no se establecen vínculos de respeto y confianza mutua.
Las causas por las que los pacientes cambian de médico son variadas,
pero la más frecuente es una relación deteriorada entre ambos, motivo
que se refiere en uno de cada tres casos. Otras razones son la
incompatibilidad de horarios, la dificultad para obtener una incapacidad
laboral o el disponer de referencias positivas de otros médicos.
Resulta curioso que la incompetencia técnica del profesional no ocupe un
lugar prioritario en esta lista de causas de cambio de médico. Esto
confirma que los pacientes dan más valor a la calidad humana de la
relación entre médico y paciente que a su competencia
científico-técnica.
Es muy importante que el médico conozca las razones por las que sus pacientes cambian de médico, pero también es esencial que los pacientes sepan como viven los médicos este cambio, la autocrítica que genera y cómo responden para evitarlo. Y ambos deben saber como puede perjudicar
esta pérdida de la longitudinalidad en ellos y por ende en el sistema
sanitario.
Antes de tomar la decisión de romper esa relación médico-paciente, deberíamos pensar que:
1. Los médicos no se ofenden por este cambio: se preocupan y se entristecen.
2. Su objetivo principal es la salud de sus pacientes, no satisfacer su orgullo de médico.
3. Si algo no gusta, hay que decirlo.
5. Mentir no ayuda, al contrario: nos perjudica.
6. Si la relación no es buena, deberíamos cambiar de médico.
7. Si la relación no es mala, quedémonos a mejorarla.
8. Y recordemos siempre, que si cambiamos, la longitudinalidad empieza de cero.