En un ensayo clínico de 1957 la metformina demostró, de nuevo, disminuir la glucemia en pacientes con diabetes tipo 2 y mantener glucemias normales en pacientes sin diabetes. Las molestias intestinales que provocaba se minimizaban mediante su introducción con un incremento progresivo de la dosis.
Entre los siguientes estudios con metformina el más influyente fue UKPDS. Es un ensayo clínico aleatorio multicéntrico con 3.867 pacientes seguidos durante 10 años que concluye que, con independencia del control de la glucemia, la metformina reduce el riesgo de infarto de miocardio y de mortalidad por todas las causas. Así, a partir de 2012, en las guías americanas y europeas de diabetes la metformina se convierte en el tratamiento de primera elección para pacientes obesos y con diabetes tipo 2
La historia del uso médico de la metformina no ha terminado todavía, ya que los nefrólogos creen que la metformina está infrautilizada en la enfermedad renal. Incluso está en estudio su posible utilidad en el tratamiento del cáncer.
Podemos aprender muchas cosas acerca de esta historia:
- Cuesta mucho tiempo recoger datos poblacionales seguros sobre la eficacia de los fármacos.
- Las medicaciones pueden producir más beneficios y daños que los que inicialmente se indican al salir al mercado.
- Los medicamentos patrocinados por importantes compañías farmacéuticas dominan el mercado. Utilizar medicaciones novedosas, estudiadas durante un corto periodo de tiempo, puede resultar arriesgado.
- Una mejor comprensión de la farmacodinámica y farmacocinética puede evitar la creencia de que todos lo fármacos de un mismo grupo químico tienen las mismas acciones y efectos adversos (fenformina y metformina).
- Trasladar la evidencia científica a la práctica clínica puede llevar tiempo.