15 de abril de 2012

La selección de un medicamento no es un ejercicio de austeridad, sino de inteligencia clínica,

La selección de un medicamento no es un ejercicio de austeridad, sino de inteligencia clínica, porque disponer de un número limitado de medicamentos, seleccionados a partir de los problemas clínicos y buscando su mejor alternativa terapéutica posible en términos de eficacia, seguridad, comodidad y coste, permite concentrar el conocimiento, la formación continuada y la investigación y la evaluación de la experiencia clínica en los problemas de la práctica clínica y en los medicamentos recomendados para su tratamiento.

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Garrofon 05 Abr 2012 at 11:06
Demonizar a la industria farmaceutica es tan injusto como encumbrarla.
La verdad suele ubicarse en los terrenos medios.
A día de hoy en España la existencia de los congresos científicos y la mayor parte de la formación continuada, sin la colaboración financiera de la industria es una utopia. Es cierto que dentro de los congresos existen “simposium satélites” y presentaciones cuya nula imparcialidad produce como poco sonrojo, cuando no indignación y deberíamos desterrar de los mismos estos eventos. Pero basándonos en la existencia de los mismos, preconizar el fin de su existencia es como pedir que desaparezcan los periódicos porque su linea editorial sea subjetiva e intente generar una tendencia de opinión. La actitud crítica, que desde este blog contribuis a fomentar, debe guiarnos a buen puerto entre los cantos de sirena de la industria.
En los mismos congresos también es factible encontrar verdaderas “pepitas de oro” de información. Hay que buscarlas y alejarse de los charlatanes, a los cuales es fácil reconocer, por que suelen aparecer hasta la saciedad en los distintos eventos que la industria organiza.
Evidentemente que todo lo nuevo no es mejor, pero tampoco lo más barato es directamente lo más adecuado para nuestros pacientes. La administración tiene la obligación de velar por que solo aquello que represente una mejoría sea aprobado, de negociar un precio razonable y de controlar un uso racional de los medicamentos. Pero también tiene la obligación de primar la consecución de objetivos terapéuticos antes que la reducción pura e inmediata del gasto.