1. Pensar más allá de los fármacos
• Considerar en primer lugar un tratamiento no farmacológico.
• Pensar en las posibles causas tratables.
• Buscar oportunidades para la prevención.
• Siempre que sea posible, aplicar la prueba del paso del tiempo, sobre todo para problemas autolimitados.
2. Practicar una prescripción más estratégica
• Utilizar un número limitado y bien conocido de medicamentos.
• Diferir el tratamiento farmacológico no urgente.
• Evitar los cambios injustificados de fármaco.
• Ser prudente con las formas de uso no contrastadas de fármacos:
indicaciones no autorizadas, eficacia no probada.
• Siempre que sea posible, iniciar un tratamiento sólo con un fármaco al mismo tiempo.
3. Mantener una vigilancia especial de los posibles efectos adversos
• Tener un elevado grado de sospecha de reacciones adversas.
• Ser consciente de los síndromes de abstinencia.
• Educar al paciente sobre posibles efectos adversos para que los pueda reconocer.
4. Ser prudente y escéptico con los nuevos medicamentos y las nuevas indicaciones
• Buscar información no sesgada.
• Esperar a que los fármacos lleven suficiente tiempo en el mercado.
• Asegurarse de que el fármaco mejora un verdadero resultado clínico, más que tratar o enmascarar una variable subrogada.
• Estar atento a la ampliación de indicaciones.
• Evitar ser seducido por la farmacología molecular elegante.
• Estar atento a la publicación selectiva de ensayos clínicos.
5. Trabajar con el paciente para establecer objetivos comunes
• No acceder automáticamente a las peticiones de fármacos.
• Considerar la falta de cumplimiento cuando un problema es refractario y antes de añadir nuevos medicamentos al tratamiento.
• Evitar reiniciar un tratamiento farmacológico que no había respondido previamente o que había causado una reacción adversa.
• Suspender el tratamiento con medicamentos que no sean necesarios.
• Respetar las reservas de los pacientes sobre los medicamentos.
6. Considerar el impacto del tratamiento farmacológico a largo plazo y en un sentido amplio
• Tener en cuenta los resultados a largo plazo.
• Tener en cuenta que algunos sistemas aparentemente mejorados pueden invalidar el efecto beneficioso
marginal de un nuevo fármaco.