Pero pocos elementos en la consulta pueden producir tantas sensaciones
encontradas: Alegría porque ese día visitas un número de pacientes
razonable (nunca menos de 30, evidentemente); desesperación porque
vuelves a tener al señor Wagner, a quien viste ayer, y antes de ayer, y
el lunes, y el pasado viernes... Puede ser que en tu cara se pinte una
sonrisa, porque, si se presenta, verás a aquella persona que despierta
en ti ternura; y aquella a quien no sabes bien cómo tratar, dado que ya
se han producido demasiados malentendidos entre vosotros, y sabes que
has de ir con pies de plomo... En fin, que has de desplegar tus
múltiples conocidas caras. Un desgaste enorme, sin duda.