Sin embargo, algunas aplicaciones sanitarias para móviles más que alejar al médico parecen contribuir a llenar las consultas generando una versión renovada del paciente hiperfrecuentador: el hiper-app-frecuentador.
Gran parte de las aplicaciones sanitarias para dispositivos móviles están destinadas a los pacientes crónicos, principalmente diabéticos y cardiópatas, quienes a fuerza de soportar su enfermedad suelen contar con formación suficiente para interpretar los datos que recogen sus dispositivos y consultar al médico si ven algún signo de alarma, o incluso nviarles directamente la infromación recogida.
Pero cada vez más personas sanas se apuntan al floreciente mercado de apps lúdico-sanitarias y a la manía de monitorizar todo tipo de parámetros de salud (calorías, colesterol, hipertensión, podómetros, pulsaciones, dietas, apps para el autodiagnóstico…) sin saber después qué hacer con esos datos ni cómo interpretarlos.
Es entonces cuando acuden al médico para enseñarle las graficas en sus smartphones y aclarar si los datos son buenos o preocupantes. Oiga, ¿esto qué significa? ¿No estaré enfermo? ¿Y si lo mío es una patología silente?