9 de septiembre de 2013

¿qué se puede y se debe hacer?


Y es que aunque los esfuerzos deberían focalizarse con mayor intensidad en la prevención, no es menos cierto que el abordaje clínico tiene muchos aspectos de actualización, y resulta urgente que se adopten soluciones en este sentido, en un momento de cierto estancamiento, tanto en el I+D+i como en la propia eficacia y resultados del tratamiento farmacológico, principalmente en lo que se refiere a la desmotivante recuperación del peso al cabo de aproximadamente dos años, y para la mayoría de los pacientes, además de una mayor presión asistencial a todos los niveles.
Existe abundante evidencia epidemiológica que sostiene los efectos beneficiosos para la salud de un Estilo de
Vida Mediterráneo (EVM). Aunque la evidencia no es concluyente, sí se sugiere de manera clara un efecto protector de la llamada Dieta Mediterránea, entendida como una auténtica filosofía de vida, sobre el sobrepeso y la obesidad y un mayor grado de vida activa.
Por otro lado, y desde luego no menos importante, la organización de la vida familiar y laboral contribuye a
que se dedique cada vez menos tiempo a la compra, preparación y consumo de alimentos, seleccionando las
opciones más accesibles y más económicas, y que requieran menos tiempo para su preparación o incluso se
presenten listas para su consumo. Se han perdido habilidades culinarias y las comidas familiares tienden a concentrarse en el fin de semana, mientras que los días laborales cada miembro de la unidad familiar realiza el almuerzo con frecuencia en el lugar de estudio, trabajo o en un establecimiento de restauración-hostelería. Se dedica, además, poco tiempo a la comida principal.