Existen suficientes pruebas de que el uso de lámparas compactas fluorescentes no agrava la dislexia ni el síndrome de Meares-Irlen (dificultades de aprendizaje que se reflejan en problemas al leer y al escribir).
No hay constancia de que las lámparas compactas fluorescentes afecten a los individuos que sufren síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, dispraxia o VIH.
Es muy poco probable que las lámparas fluorescentes para la iluminación de habitaciones puedan provocar oftalmia de la nieve o cataratas.
No parece que exista ninguna relación entre los campos electromagnéticos generados por lámparas compactas u otras lámparas fluorescentes y la hipersensibilidad electromagnética.