Tres razones hacen de la prevención primaria de la ECV un elemento imprescindible en la práctica asistencial. Primero, las ECV son la principal causa de mortalidad en el mundo, con cifras que continúan aumentando en los países en desarrollo. Segundo, el largo período de inducción --asintomático en su mayor parte-- de la aterosclerosis hace que en muchas ocasiones su primera manifestación sea un acontecimiento como el IAM o el AVC, mortales en más del 35% de los casos. Por último, el control de los factores de riesgo, elementos asociados a esta enfermedad, conduce a un descenso en la incidencia de la enfermedad.
La estimación del riesgo cardiovascular permite priorizar la prevención primaria de las ECV hacia los mejores candidatos, por ello debe exigirse las máximas fiabilidad y precisión posibles a este procedimiento. En los países del sur de Europa, el peso de los factores de riesgo clásicos en el desarrollo de las ECV es diferente del de los países anglosajones. Casi la mitad de los acontecimientos coronarios incidentes y dos terceras partes de la mortalidad por esta causa se producen a edades superiores a 65 años en España. Por tanto, sólo alcanzará la validez deseable una función que se genere a partir de datos propios y cubra las necesidades de la población en la que se aplicará.
Las guías clínicas para el control de las ECV, cuya morbimortalidad es muy elevada, tendrán impacto no sólo en el individuo en riesgo, sino en el conjunto de la población, ya que muchas actitudes individuales están determinadas por la visión del problema sanitario que tiene la comunidad. Las intervenciones con mayor beneficio cardiovascular como la elección correcta de componentes saludables de la dieta, abandonar el consumo de tabaco, realizar ejercicio regular o perder peso, dependen de la voluntad individual. Conviene también hacer referencia a la repercusión actual y futura en el Sistema Nacional de Salud y su sostenibilidad del tratamiento necesario para evitar un determinado número de acontecimientos cardiovasculares.
La baja sensibilidad de las funciones de riesgo ha hecho que a lo largo de las últimas décadas se haya propuesto un gran número de factores como posibles marcadores y/o predictores de las ECV. El problema del cribado se centra en el grupo de riesgo medio, que finalmente es el que presenta la mayor proporción de acontecimientos cardiovasculares. Desde el punto de vista del cálculo del riesgo, la inclusión de nuevos marcadores en las funciones de riesgo sigue sin aclararse. A pesar de ello, los expertos persisten en su búsqueda de nuevas estrategias de cribado poblacional de la aterosclerosis a escala poblacional para identificar al «paciente vulnerable» mediante marcadores biológicos y pruebas de imagen no invasivas que permitan incrementar la efectividad en la prevención primaria de las ECV.
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