Al acabarse esa relación después de unos años, ya no volví a intentarlo nunca más. No quise tener que ser sincera con nadie más y se apoderó de mí el miedo al rechazo. El VIH cambió muchísimo toda mi vida. En 2007 me confirmaron que tenía el VIH. Yo siento que me ha matado desde hace muchos años y ahora, con 41 años, creo que ya está llegando mi final.
Tengo miedo sí, pero también quiero descansar. Cada vez confío menos en las personas y siempre siento que doy demasiado a mis amigas y yo siempre me siento en la sombra. Ya ni siquiera me pregunto quién me va querer a mí. Simplemente a estas alturas ya he perdido la esperanza. Le agradezco a mi familia por darme tanto como me dan. Pero yo hace ya muchos años que me siento muerta.