Se desconoce la prevalencia de hipertensión resistente, pero, en los ensayos clínicos publicados, los investigadores sugieren que puede afectar hasta al 30 % de individuos con hipertensión arterial. De acuerdo con el comité de redacción del informe de consenso de la AHA, dirigido por David A. Calhoun, MD (University of Alabama, Birmingham, Estados Unidos), “la edad avanzada y la obesidad son los dos factores de riesgo más potentes asociados a hipertensión resistente. El proceso será incluso más frecuente a medida que la población envejezca y aumente el número de individuos con sobrepeso y obesos”.
...el informe de la AHA define la hipertensión resistente como aquélla en la que los valores de PA siguen siendo superiores a los objetivo a pesar de administrar tres fármacos antihipertensivos de clases diferentes, uno de los cuales, idealmente, ha de ser un diurético. La hipertensión arterial controlada pero cuyo control requiere ≥ 4 fármacos también se considera resistente al tratamiento.
Es preciso excluir la pseudorresistencia, incluida la falta de control de la presión arterial secundaria a un cumplimiento inadecuado con la medicación o la llamada hipertensión “de bata blanca”.
Las causas potencialmente reversibles de hipertensión pueden contribuir a la resistencia al tratamiento, incluida la apnea obstructiva del sueño, enfermedad del parénquima renal, estenosis de la arteria renal y aldosteronismo primario, y, cuando se determinen, deben tratarse apropiadamente. Estudios recientes indican que el aldosteronismo primario es una causa mucho más frecuente de hipertensión de lo que se había descrito previamente, y, según indican las directrices, está presente en alrededor del 20 % de pacientes con hipertensión resistente.
Es preciso tomar medidas para que los pacientes tomen la medicación con regularidad y de manera apropiada. Las recetas deben simplificarse hasta el mayor grado posible utilizando combinaciones de fármacos de acción prolongada y de administración una vez al día. Se sugiere que en general las visitas clínicas frecuentes y la monitorización domiciliaria de la presión arterial ayudan a los pacientes a cumplir con la rutina del tratamiento, y, aunque es una opción de coste elevado y que requiere mucho personal, se aconseja una estrategia terapéutica de equipo, que incluya enfermeras, farmacéuticos y nutricionistas para mejorar los resultados del tratamiento.