
El dispositivo, que se instala a la salida del estómago y ocupa unos 60 centímetros del intestino delgado, crea una barrera interna entre la comida ingerida y la primera parte de la pared del citado intestino, un hecho que permite que, de manera similar a lo que ocurre con el bypass gástrico quirúrgico, los alimentos se absorban más rápidamente y lleguen menos digeridos al otro extremo del intestino. De este modo, se reduce el peso ya que se absorben menos nutrientes y, además, se estimula un mecanismo hormonal que mejoraría los niveles de glucosa en la sangre, según apuntan los primeros resultados. Transcurrido un año, cuando el paciente puede haber perdido hasta un 20 % de peso, el dispositivo se retirará por vía endoscópica y si el peso y el nivel de glucosa en la sangre se mantienen, sólo será necesario controlar la dieta y hacer ejercicio.