Una legión de chicas para todo, que ven veinte, cuarenta o cien, o lo que haga falta, que ha soportado décadas de precariedades laborales y condiciones que escandalizarían a Comisiones Obreras si no fuera por que se las hacen a los médicos - un enemigo de clase, al fin y al cabo -, una muchedumbre abnegada y silenciosa, laminada por el socialismo e ignorada por los populares, sin experiencia de acción colectiva, un maldito conjunto de llorones que acumula dos huelgas calamitosamente perdidas contra la prepotencia de un socialismo que sólo les reconocía el derecho a llevar pico y pala, escoba y recogedor, delantal y cofia.
Y lo más gracioso: somos baratos. Nos  pueden quitar la auxiliar; no pasa nada, cubrimos nosotros sus  funciones. Nos pueden quitar la administrativa; tampoco pasa nada, nos  ponen un maravilloso programa que se cuelga a cada momento para dar las  citas desde la consulta y, si falta tiempo para el paciente, él o ella  se las apaña. Apáñatelas. Apáñatelas. Y calladito. Colaborador. 
Con este ejército silencioso... ¿A quién demonios le hace falta el copago? 
